Este es un primer post escrito en este blog desde las Americas y espero que no sea el último. Llevo unas semanas haciendo de todo (lácteo) en Colombia y Perú y vaya cambio de aires.
Cierto es que la lechería de estos países no está para dar saltos de alegría, en muchos aspectos los productores de leche y las propias industrias tienen años de retraso sobre la realidad que conocemos en Europa. También es cierto que las empresas punteras y algunas explotaciones ganaderas no tienen nada que envidiar a nuestra realidad hispana.
Las realidades lácteas de estos países no pueden ser más extremas y en los próximos años un porcentaje elevadísimo de los productores se verán obligados a cambiar de rubro. Con las empresas, ocurre parecido; no se cuantas lograran sobrevivir a las importaciones masivas de productos acabados de USA y UE. Por el momento estas "delicatessen" siguen teniendo precios astronómicos en los supermercados, pero los Tratados de Libre Comercio van a cambar radicalmente esta situación. En algunas industrias ya se empieza a hablar que es más rentable importar y comercializar que producir; mal asunto.
Por otra parte decisiones equivocadas en la adquisición de equipos, influidas por unos costes salariales reducidos, van a obligar a las industrias a realizar enormes inversiones en los próximos años si quieren tener algún futuro.
Pero se siente un estado de espíritu diferente, a pesar de los TLC. En el sector se observa una esperanza y un descaro propio de adolescentes, fiel reflejo del sentimiento general de una sociedad que cree que les ha llegado la hora.
Hace un par de años oía al ministro de agricultura de Brasil decir ante un público de ganaderos e industrias, que la ganadería brasileña tenía un futuro inimaginable, porque tenían tierras, agua y jóvenes. Estoy seguro que esta afirmación es extrapolable a más de un país de la zona.
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