Leyendo a mi agorero favorito, me tropecé con la ley de Say (reputado economista al que se le atribuye ser el padre del capitalismo, su Tratado de Economía Política se publica en 1803) en la que afirma que “Un producto, tan pronto como es creado, desde ese mismo instante, proporciona un mercado para otros productos en su mismo ámbito (...). La creación de un producto abre, de forma inmediata, un abanico para otros productos”. Esta ley aún no ha sido refutada en la actualidad.