Cuando en Lugo salimos a tomar un aperitivo, no elegimos el bar por su famosa bodega o por su ambiente exquisito, sino por sus tapas, que aquí son gratis. La tradición nos ha conducido a un inevitable concurso anual de estos platos en miniatura, aunque en esas fechas, dado el esfuerzo culinario y a los selectos ingredientes, suelen ser de pago; eso si con 4 comes.
Generalmente, mis pasos van casi siempre a los mismos sitios, en los que puedes degustar unos callos… o una tapa de pulpo a la gallega. La peregrinación la inicio casi siempre en Casa Manolo, un bar un pelín cutre en el que puedes ver dos partidos de futbol al mismo tiempo y que se caracteriza por tener a un hombre orquesta detrás de la barra, capaz de atender a 20 clientes e la barra, 6 o 7 mesas atetadas y, en verano, una pequeña terraza. Ah a los parroquianos habituales también les da conversación como no podía ser de otra forma.
Antes de que te enteres, ya te ha puesto una cerveza y te ha preguntado que tapa quieres, que también prepara el mismo en una cocina minúscula. Generalmente yo le pido la que hoy traigo como momento de relax y que es un placer para los sentidos.
Consiste en una pequeña loncha de pan centeno sobre la que se sitúa una loncha de panceta a la plancha y un trozo de queso azul; todo ello atravesado por un palillo con el que has de comerte la atrevida combinación.
No dudéis de hacerla en casa, como tentempié, como entrante o porque sí. O mejor veniros a Lugo que yo os acompañaré a Casa Manolo.
Hoy, como virguería hi-tech os traigo una tontería que no tiene nombre, pero que puede servir para regalo para algún comepizzas.
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