Nuestro amor por los quesos importados hizo sus primeros pasos (olvidando el plan Marshall y otros programas de ayuda) en los establecimientos de delicatesen, y sobre todo de la mano de los quesos franceses y suizos, a los que se fueron incorporando pastas prensadas de los Paises Bajos y Alemania. Buena parte de ellos de la mano de TGT que aún hoy continúa liderando el sector.
Más tardíamente, entraron los quesos Italianos y de otros países. Así, ahora nos encontramos con importaciones relevantes de unos 12 países, con aspiraciones bien diferentes, tal como podemos ver en la gráfica de la cabecera (realizada a partir de datos de Alimarket). En ella, los países con ratios superiores a 1 indican un esfuerzo en el valor, mientras que cuando sitúan este por debajo, optan por mover Kg, frecuentemente en marcas de distribuidor, que copan casi el 64 % del volumen total de las importaciones.
Por cierto, el conjunto de los quesos Españoles tiene un valor ligeramente infrior a 1.
Pero no todo es malo con esta competencia, lo cierto es que el incremento de variedades que encontramos en los supermercados nos debe de incitar a la diversificación de parte de nuestra producción. Un ejemplo interesante es el modelo de Mercadona y Entrepinares con su nueva fábica de Lugo, en la que se ha subido al carro del Havarti. En este esfuerzo, la inspiración que podemos encontrar en la industria quesera de Francia e Italia (o mucho más fácil en los estantes de cualquier supermercado) podría marcar nuestros pasos.
Si te ha interesado este artículo, puede leer el primer post de la serie: El queso, los quesos.
Proximamente: Quesos de autor.
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