Carnavales en el supermercado: necesidad, vegetarianismo o simple ¿codicia?.

Últimamente ando un tanto obsesionado por este tema, me tenéis que disculpar, pero cada vez que paseo el ratón por “mis favoritos”, caigo en la tentación de visitar http://www.worldometers.info/es/ , ¡puro masoquismo!. A cualquier persona sensata se le ponen los pelos de punta intentado ver el desenlace de un frenético aumento de la población que corre paralelo al agotamiento de recursos y al deterioro medioambiental que estamos provocando.

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Estas tendencias nos deberían hacer reflexionar sobre cómo vamos a conseguir paliar futuras hambrunas y sus inevitables consecuencias, tanto en los países subdesarrollados como en nuestros muy civilizados entornos. Según los expertos existen soluciones -a esta encrucijada- más o menos radicales, pero siempre basadas en una mejor ciencia, tal como ya comentaba en anteriores post.

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Lo que también parece razonable es que en este contexto tendremos que cambiar nuestros hábitos de consumo, ya que algunos de nuestros alimentos -sobre todo los de origen animal- son excesivamente depredadores de recursos escasos, provocando a mayores un importante impacto ambiental, a pesar de nuestro deseo de consumir productos naturales mínimamente procesados. En esta línea argumental no sería de extrañar que en el futuro inmediato acabemos consumiendo carne producida en laboratorio, posiblemente en forma de hamburguesas (a precios asequibles), aunque nunca se sabe y a lo mejor acabamos degustando chuletones “made in pirex”, aunque haya aspectos emocionales a considerar.

De hecho existe un importante número de consumidores que por una u otra razón han optado por soluciones alimenticias más respetuosas ("?") con el medio ambiente, como pueden ser los vegetarianos. Para este colectivos existen numerosas alternativas. En cuanto a la carne, tenemos soluciones caseras, pero también mucho más evolucionadas.

En cuanto a la leche, hombre, tampoco es lo mismo, pero es evidente el éxito de las bebidas de soja (tendencia a la que se han subido unas y otras de las empresas más significativas del sector lácteo); pero también de avena, arroz, avellanas… y casi de lo que se os ocurra.

Para el queso también encontramos alguna solución vía tofu, familia de productos que se está ampliando de forma considerable.

Y nos queda el último aspecto del título, con el que nos encontramos cada vez que compramos una pizza y nos espantamos por la sustitución de la mozarella por un producto de imitación, frecuentemente intragable. Aquí os dejo un par de referencias técnicas muy interesantes que espero que os sean útiles: las podéis encontrar aquí y aquí.

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Quiero creer que la aparición de estos productos en pizas y en otras presentaciones bajo denominaciones más o menos engañosas no es fruto de la pura avaricia de los fabricantes, sino del hecho de que al existir consumidores con bajo poder adquisitivo, se impone la necesidad de que alguien los provea de alimentos de bajo coste de producción.

Aunque también es posible pensar que, la insaciable ansia por mejorar la cuota de mercado, conduzca algunas empresas a abusar de los consumidores que no leen las etiquetas.