Llevo unos días preguntándome cual será la elasticidad de la demanda de productos lácteos con respecto al descenso de la renta; a falta de algún estudio sesudo y de una necesaria segmentación, creo/espero que a nivel global no sea demasiado elevada, ya que la manía de comer todos los días obliga a los consumidores a iniciar los recortes por cualquier otro capricho menos imprescindible.
Pero, igual que el consumo global de lácteos no se ha visto necesariamente afectado, también parece evidente que el común de los mortales ha optado por consumir alimentos menos costosos, beneficiando aquellos de marcas blancas o de primer precio, ya que la elasticidad de la demanda con respecto al precio sí que se ha visto afectada por el descenso de la renta de una buena parte de la población.
Dado que no tengo acceso a ningún estudio al respecto en el mercado español, he buscado en ámbitos geográficos cercanos, encontrando este interesante artículo en mi blog italiano preferido que recoge un estudio realizado por GFK.
La conclusión del mismo sitúa a la leche líquida como el alimento que presenta una mayor sensibilidad al precio. Aunque para mi sorpresa, en el ranking existen otras dos familias de productos que destacan por su elasticidad: los yogures y postres lácteos.
En cuanto a la leche, la falta de diferenciación es su peor enemigo ya que el consumidor difícilmente aprecia su origen o las bondades de las primeras marcas y si a eso le sumamos algún estudio que solo condujo a una mayor confusión… .
En cuanto a yogures y postres, en este caso creo que entramos en algún tipo de peculiaridad italiana; yo hubiera apostado antes por los quesos de pasta prensada, antes que por estos productos… en fin.
En el otro extremo del estudio, los alimentos cuyo consumo presenta una mayor resistencia a la variable del precio son aquellos se asocian al placer como son, los espumosos, el Ferrero Rocher, el café, te, las tabletas de chocolate, los snacs dulces, los chips, el helado, el salami y para finalizar la cerveza. Todo un repertorio de "pecados" dietéticos.
Como no tengo datos para comparar estos resultados, no me queda otra posibilidad que aventurar alguna hipótesis basada en la necesidad de darnos algún capricho asequible en tiempos de crisis.
Pero, ¿qué lecciones se deberían sacar de este escenario?.
La primera es que el mercado de la leche líquida es de puro precio (vaya descubrimiento) y que si no queremos fajarnos en el primer precio, hay que explicar muy bien nuestras bondades y eso tiene un costo inabordable para la mayoría. Quizás el único resquicio esté en las marcas regionales o locales, y aún ahí, hay que tener una buena dosis de suerte.
La segunda es la necesidad de dar a nuestros lácteos un mayor componente placer, aunque sea en detrimento del tan sobado concepto salud, que como vemos -al menos en Italia- no impide mirar el precio. Quizás nos olvidamos que la leche ya está asociada normalmente al prototipo de alimento saludable y todos los mensajes adicionales, solo sirven para reforzar el concepto global de la marca. Además también es difícil de explicar que mi producto es más saludable… que el de la competencia.
Será por ello que alguna "ilustres" marcas está jugando fuerte en el segmento más hedónico, incorporando alguno de los conceptos antes señalados. Quizás tengamos que tomar nota e intentar asociar a nuestros lácteos al resto.
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