Tener unos 4.360.926 de parados no es para sentirse orgullosos, desgraciadamente el 20N no va a cambiar gran cosa y en unos cuantos años el nuevo presidente posiblemente esté tan desprestigiado como el que nos deja entre actos de autoinmolación.
La situación de los más de 4.000.000 de dramas personales se debe complementar con el temor de otros tantos trabajadores y empresarios que no ven claro el futuro. De ahí que el ahorro de los españoles -que pueden- alcance cifras históricas.
Entre los que no llegan a fin de mes y los que si llegan pero priorizan el ahorro, nos encontramos con un mercado predispuesto a ahorrar en casi todos los aspectos de la vida, incluyendo la cesta de la compra.Esta realidad, junto al precio y futura escasez de materias primas, ha hecho que incluso los líderes se suban al carro de lo suficientemente bueno.
Pero este motivo no es el único que conduce a los consumidores a buscar productos más simples y baratos, la condición es que se adapte a sus necesidades, imponiéndose la compra inteligente. Aquí podréis ver algunos ejemplos del mundo de las hi-tech, destacando la paradoja del MP3 que ha desbancado a los archivos sin comprimir a pesar de su inferior calidad; en aras a la velocidad de descarga y a su portabilidad en todo tipo de dispositivos... .
En nuestro sector, hemos asistido al desarrollo de las marcas de distribución, que han seguido esta tendencia de forma continuada, fortaleciéndose año tras año hasta alcanzar el 54 % del mercado en leche UHT, extendiéndose por todos los segmentos.
En tanto no nos podamos saltar a una distribución, que prima sus propias enseñas, ¿qué salidas les quedan a las empresas?.
La primera posibilidad es la de subirse al carro, de hecho, a la mayoría de los interproveedores de Mercadona, parece que no les va tan mal. Es una cuestión de eficiencia y materias primas baratas…, aunque hay que reconocer que al final, las empresas trasformadoras acaban cediendo el liderazgo a tus clientes.
Por otra parte siempre se puede intentar sorprender al mercado con innovaciones permanentes, pero eso es caro y difícil de comunicar en un entorno deprimido, que busca soluciones asequibles que satisfagan sus necesidades. En este sentido no me cabe ninguna duda que los envases flexibles y las formulaciones “imaginativas” jugaran un papel protagonista, tan importante como el que ya juegan en países con menor nivel de vida (los mismos a los que les pedimos que salven nuestra maltrecha economía).
El problema es que probablemente la distribución asimilará rápidamente estos conceptos y las alegrías duraran lo justo, reiniciando el proceso.
Llegados a este punto, deberíamos hacer una seria reflexión sobre lo que es realmente importante en un producto lácteo y que podemos sacrificar por accesorio; en caso contrario, habrá demasiado almidón en el futuro, corriendo el riesgo de poner el precio de cesión como única prioridad.
Entonces…, ¿solo cabe escapar por el otro extremo?, el del 20 % de Pareto. Pero en ese codiciado segmento, ¿hasta que punto hay aire suficiente para todos?.
Ante los negros augurios, habrá que inventarse algo, ya sea quitándose lo superfluo o/y intentado incorporar a nuestras producciones parte del valor agregado por la distribución, asumiendo de alguna manera ese papel, ya sea sumándonos a iniciativas de los consumidores o desde la transformación. Quizás...
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