En la entrada de España en la Comunidad Económica Europea el 1 de enero de 1986 no se tuvo en cuenta al sector lácteo de nuestro país. Pero aún más grave fue que no se explicó a nuestros ganaderos e industrias las posibles consecuencias que aquella decisión iba a tener en las siguientes décadas.
No todo fue negativo, sin la CEE, luego CE y por último UE no hubiera habido ni FSE ni FEDER… ni programas de dinamización, ni autopistas… . Pero los europeos tienen de tontos lo justo, compraron y estimularon (muy caro) un mercado virgen para sus productos, entre los que destacaba sus excedentes de leche.
A partir de ahí, todo fue un poco desastre, las controversias durante la realización del primer censo de producción fueron un dislate. Cada partido político pretendió sacar provecho de la coyuntura, incluyendo la invitación a no declarar la producción, basándose en una insensata rebeldía al sistema que afectaba desde hacía años a todos los ganaderos europeos o metiendo miedo a los ganaderos de que venía el lobo (léase hacienda).
Pero quizás el mayor error fue el de no asociar la leche al territorio. Lo que podría parecer un ventaja para que algunos ganaderos aumentaran su cupo sin grandes inversiones, alimentó la burbuja de precios de la misma y provocó la aparición de explotaciones con cuota pero sin tierra y viceversa, granjas cerradas sin cuota pero con tierras a “toxos” o en el mejor de los casos a “eucaliptus”, donde antes había prados que se habían arrebatado al monte no hacía tantos años.
El desarrollo de las políticas de libre comercio tienen varios objetivos, entre ellos los de abrir los mercados de productos sofisticados a países poco desarrollados pero también la de permitir el crecimiento de la producción de productos agrícolas a estos países para poder compensar la balanza.
Cuando se habla con nuestros colegas latinoamericanos, nos asombramos de la dureza del proteccionismo agrícola común: con una benévola cara en forma de programas de ayuda al desarrollo, pero con una amarga cruz. En muchos países con potencial lechero, eran incapaces de competir en sus propios mercados y en los mercados internacionales al encontrase con productos subvencionados procedentes de la vieja Europa.
El desarrollo agrícola de los países menos desarrollados es imposible de realizar si no se eliminan los sistemas de protección de los productores en el primer mundo, incluyendo las medidas de apoyo al sector lácteo. Europa fue durante años reacia a liberar este sector, consciente del número de votos, perdón, de familias que dependían del mismo. Número que cada vez es más bajo.
¡¡¡Pero también hay que vender BMWs!!!.
Por lo que poco a poco se han ido abriendo barreras y bajando las salvaguardias de protección de precios, aunque se mantengan parciamente las ayudas directas a las explotaciones y los precios de salvaguardia, dificultando el cierre de la Ronda de Doha.
Y, ¿en estos años?, desde 1984 han desaprecido el 80 % de las explotaciones lecheras europeas, entonces ¿para qué han valido?..
Desde hace años, se intuye la desaparición de las mismas, en 2004 se inicia una paulatina desprotección y en 2008 se aprueban incrementos lineales de las cuotas nacionales de un 2 %.... Lo que es más curioso es que los descensos de los precios de intervención solo lograron bajar los precios europeos en un primer momento, pero es el mercado internacional el que marca las transacciones.
Desde hace años, se intuye la desaparición de las mismas, en 2004 se inicia una paulatina desprotección y en 2008 se aprueban incrementos lineales de las cuotas nacionales de un 2 %.... Lo que es más curioso es que los descensos de los precios de intervención solo lograron bajar los precios europeos en un primer momento, pero es el mercado internacional el que marca las transacciones.
Esto lo ven muy bien algunos países que están pidiendo que se anule el sistema lo antes posible para poder incrementar su productividad por la vía del volumen. Entendiendo que el problema en la actualidad no está ni en las cuotas ni en los precios, sino en la participación de cada uno en el mercado. Lo que nos lleva a la aparición de operadores globales capaces de gestionar ingentes cantidades de leche en los mercados mundiales.
Siendo consiente de los numerosos perjudicados por el sistema y avisando de las muchas dudas que tengo en estos temas, me da la impresión que:
La existencia de las cuotas no asegura la supervivencia de las explotaciones ni de las empresas, ya que estrangula su crecimiento. La permanencia de las cuotas solo tendría ventajas... para nuestros competidores, tanto en nuestros propios puntos de venta, como en mercados internacionales en franca expansión.
La persistencia de medidas proteccionistas es/era de dudosa honestidad con productores de países en desarrollo.
Los mercados, nos guste o no, se van a abrir cada vez más. O se domina un nicho o se buscan alianzas hasta encontrar un hueco.
El precio de la leche no tiene nada que ver con las cuotas, sino con la forma de cómo se valoriza, mientras la leche -en Galicia- se siga metiendo mayoritariamente dentro de un cartón, la única empresa que tendrá beneficios sostenibles será Tetra Pak y una distribución empecinada en utilizarla como reclamo.
En un escenario de subidas constantes del coste de la energía..., tendremos que reforzar nuestras ventajas competitivas, lo que dependerá de la disponibilidad de territorio para las explotaciones que dispongan de relevo generacional. Es imprescindible habilitar sistemas que faciliten la cesión, alquiler o compra de terreno adicional a las explotaciones viables; no hacerlo es suicida.
La formación y la investigación y desarrollo en sistemas de producción y transformación son las únicas salidas para mejorar la competitividad del sector en países desarrollados (en el resto también).
Quedarnos como estamos no asegura nada, todo lo contrario, es la crónica de una muerte anunciada.
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