Aunque no soy un fanático del cambio climático, en estos últimos años estamos asistiendo a importantes eventos anómalos en el clima que están afectando, entre otros, al sector lácteo.
Quizás los mejores ejemplos los encontremos en los efectos de la niña en Nueva Zelanda y Australia, aunque también en los prolongados efectos de la sequía en algunas zonas de Argentina y Uruguay.
Curiosamente en España estamos viviendo un invierno especialmente húmedo en el sur de la península que ha aliviado las reservas de agua de superficie y subterráneas de estas regiones normalmente escasas de precipitaciones.
Cuando leo predicciones, a largo termino, de cómo evolucionará el clima en nuestro planeta, no dejo de sentir una cierta incertidumbre sobre la veracidad de los modelos utilizados, ya que es bien complicado adivinar el tiempo a corto plazo y más para los próximos años (aquí coincido con el primo de Rajoy).
Aún con cierto escepticismo en mente, es difícil olvidar el nivel de sobreexplotación del planeta y algunas de sus consecuencias. Y como acaba e decir Pimenel por otros motivos, por estos abusos también “el campo se va a vengar”.
Como es de sabios prevenir, he encontrado un sitio en que obtener algunas pistas, creo que todos los que estamos involucrados en este sector -en paises en desarrollo- deberíamos echarle un vistazo, ya que el impcto será mayor, cuanto menor sea la renta de las poblaciones.
Como es de sabios prevenir, he encontrado un sitio en que obtener algunas pistas, creo que todos los que estamos involucrados en este sector -en paises en desarrollo- deberíamos echarle un vistazo, ya que el impcto será mayor, cuanto menor sea la renta de las poblaciones.
En España y Galicia parece que las condiciones climáticas van a obligarnos a concentrar, aún más, la producción en la cornisa cantábrica. Esta situación choca frontalmente con el desánimo de los productores norteños, con lo que es posible a llegar ser más lactodependientes que en la actualidad.
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