¡Salvo que la necesidad obligue!.
La necesidad radica en que en casi todas las especialidades es
necesario pensar en plantas de al menos un millón de litros, tanto por la
optimización de la línea principal de producción como por la gestión y
valorización de los coproductos.
Por otra parte, los comerciales de las empresas del sector
se sientan con gigantes de la distribución con una visión clara de acaparar
cuota de mercado, lo que supone incrementar su superficie comercial y sus
clientes finales no están dispuestos a pagar el exceso de lineales y cajeras
que invaden nuestras ciudades, con lo que alguien lo tendrá que pagar.
Si ese alguien no tiene el tamaño necesario para mantener un
cierto equilibrio en la negociación y -en su caso- desviar la leche que no
pueda vender en un canal determinado a otro… .
Por su parte, los esfuerzos para internacionalizar los
mercados requieren un esfuerzo enorme, no se pueden improvisar y las empresas
medianas muchas veces no tiene los recursos económicos ni de personal para acometer
mercados exóticos, en los que ya están implantados aquellos que si tienen los
medios para hacerlo.
¡Nada que hacer!.
Así que, en tiempos
de gigantes, como no se tomen medidas encaminadas a conseguir tamaño, el futuro
solo puede ser triste para los personalismos.
Adquirir tamaño no soluciona todos los problemas y los
precios de la leche en zonas dominadas por grandes empresas no tienen por qué
ser mucho mejores que donde reina el minifundio, pero algo ayuda.
Desgraciadamente la política de precios viene marcada por extrañas reglas de un
mercado mundializado, en el que las pequeñas producciones de Nueva Zelanda o Uruguay
marcan los precios de referencia.
Quien desde luego no va a marcar ni los precios ni el futuro
del sector, será la clase política; aquellos que pongan sus esperanzas en sus
palabras… . Yo no voy a dudar de sus buenas intenciones, solo faltaría que no
las tuvieran, pero su capacidad de negociación en este triangulo endiablado
formado por productores, empresas y distribución… .
¡Mínima!
Bueno, ya para ir acabando, como la unión hace la fuerza y
hay que dar ejemplo, al casi todo lácteo de Facebook se ha incorporado uno de
los sabios de la península, D. Pedro. La página se enriquece enormemente con
sus aportaciones en portugués. Ojalá, también, en algún momento, nuestras
cooperativas o empresas ibéricas se integren de una u otra forma.
La alternativa será ver como nuestras empresas acaban en
manos menos sensibles a la realidad de nuestros ganaderos.
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