http://www.facebook.com/photo.php?fbid=291124147666158&set=a.157610071017567.28507.100003057240289&type=1&theater
Desde el punto de vista del ganadero, el dinero que recibe una explotación eficiente por su producción debería de suponer la suma de sus costes, incluyendo la retribución del trabajo familiar, las amortizaciones y una razonable ganancia que le permitiera reinvertir en mejorar la viabilidad de su empresa… .
Pero este valor no es el que cobran, con los 28 o 29 cc que recibieron estos meses no cubrían. Muchas explotaciones quemaron la grasa que
habían acumulado. Ahora los ganaderos y sus proveedores se encuentran con el
agua al cuello, en un momento absolutamente delicado con una perspectiva
marcada por los contratos homologados y por una PAC incierta.
Pero si le preguntáis al industrial, os dirá que su
situación no es mucho mejor. Que
la crisis y la distribución les obligan a atarse
los machos y alcanzar el precio mágico, aunque esto suponga penalizar a sus
proveedores de materia prima, antes que hacer peligrar a su propia empresa y
aún así…, que se encuentran entre la espada y la pared. El precio de su producción es el que puede ser.
A resultas de ello, los envasadores de leche lo tiene muy
complicado y muchas de sus cuentas de resultados se construyen con la venta de parte de la nata excedentaria y de
alguna cisterna de leche que les pueda sobrar. Los queseros lo tiene quizás un
poco mejor, ya que sus productos pueden permitirse una mayor diferenciación;
los clientes fieles a una u otra marca, lo suelen seguir siendo aunque les
suban el precio unos céntimos. Aunque, para que engañarnos, aquí también el primer precio
se lleva el gato al agua y las cisternas que compran en el Norte son -a veces-
prohibitivas.
Y la distribución?: Nos dirá que no hay forma de subir el
precio de los alimentos básicos, que sus clientes no pueden ni quieren que se
les suba el precio de la cesta de la compra, que la fidelidad de los clientes,
ahora es con el precio y no con la marca ni con el supermercado de turno. Y que tampoco se pueden pactar precios
mínimos, con lo que, los unos por los otros.
Así que el cartón de leche seguirá en las portadas de todos
los folletos que recibamos en nuestros portales.
Los aspectos internacionales de la fijación de precios ya
los tocamos últimamente, pero solo hacen que el problema se enfangue aún más.
http://www.facebook.com/photo.php?fbid=291122790999627&set=a.157610071017567.28507.100003057240289&type=1&theater
En muchos de los post de este blog y sobre todo en facebook hemos visto tendencias y ejemplos prácticos de empresas o productos novedosos
tanto en nuestro sector, como en otros dominios alimentarios; algunos son buenos ejemplos a seguir. Pero ¿hasta que
punto estamos dispuestos a cambiar?. Cambiar la forma de producir leche,
transformarla y venderla.
Me da la impresión que menos de lo que creemos.
En el sector productor, existe demasiado ganadero de edad
avanzada y poco joven que aún mantenga la ilusión de cambiar la situación. Sus
niveles de organización (sindicatos, cooperativas…) son un lio. Algún día,
alguien me lo tiene que explicar.
En el sector transformador, bueno esto es más complicado,
porque hay de todo y cada empresa tiene una estrategia diferente.
Tenemos multinacionales que miran los toros desde la barrera
sin ataduras con el sector productor español (pero tampoco con el de su país),
con objetivos empresariales claros y diáfanos.
También tenemos algún empresario nacional que ha conseguido
su espacio de rentabilidad, que logra cuentas de resultados impecables llueva o
haga sol. Son pocos pero muy relevantes ya que han logrado convertirse en
indispensables, por tamaño, especialización, optimización de costes o incluso por su
interacionalización. Sin duda deberían ocupar un lugar más centrado y quizás
deberían tener una perspectiva más sectorial, pero alguno también se ha llevado
más de un disgusto con el sector, la mayoría va a lo suyo.
En cuanto a los pequeños, vaya lío los hay innovadores y
tradicionalistas, capaces de competir con multinacionales en su terreno o
incapaces de cambiar la etiqueta salvo requerimiento judicial. Los hay llenos
de ilusión en este sector, que algunas veces fue el de sus padres, un filósofo
reconvertido, varios camioneros, algún empleado de banca… . También hay mucho
quesero agotado de lidiar en un mundo que -desde hace tiempo- no acaba de
entender; pero eso también me pasa a mí.
De la distribución no opino.
En resumen no hay culpables a título individual. Cada uno
hace lo que buenamente puede, aunque quizás habría que plantearse algunos retos
de futuro.
En la producción se debería priorizar la unificación -a toda
costa- de la oferta de los ganaderos y dotarla de las herramientas necesarias
para regularla. Si los productores hablaran con una sola voz, quizás se
iniciara algún cambio en su situación.
http://www.panoramio.com/photo/20063373
En las empresas no queda otra, antes de nada la optimización
y si su producción lo permite la internacionalización… sin dudarlo. En la
mayoría de los casos, la diversificación, con sentidiño, las florituras son
cosa del pasado, hoy nos toca a todos los actores ser más prácticos que nunca, fijarnos
objetivos concretos y medirlos. Los nichos, la innovación, la reformulación o
los cambios de formatos, pueden ser caminos a recorrer, pero –salvo los
interproveedores de Meradona- cualquiera se atreve a grandes aventuras en estos tiempos
turbulentos.
Solo algunos visionarios pueden y deben apostar fuerte, tienen que
tener voluntad, recursos económicos y -sobre todo- capital humano realmente liberados para estos
menesteres; solo los que tengan estos requisitos pueden soñar en iniciar
procesos de innovación disruptiva y generar la siguiente ventaja competitiva. Si
aciertan, tendrán el futuro asegurado.
Otra cosa es que tengan que traer la leche desde Bretaña.
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