Así, si persistimos en la intención de llegar a algún puerto, en cualquier iniciativa, lo primero es eliminar lo superfluo. No queda otra. A nivel personal aquí os dejo una experiencia que puede hacernos reflexionar. Pero ¿si esta depuración no basta?.
En esto de quedarnos a medias, en mi entorno docente/investigador podemos encontrar algunos magníficos ejemplos: a la reducción de becas, hay que sumar la precariedad en la que viven los centros de formación, si no hay dinero para prácticas, pues se imparte solo la teoría. Lo siento, pero nunca he logrado explicar el cuajado de la leche sin meter la mano.
O en el desarrollo de proyectos de i+d, si no alcanza el presupuesto..., habrá que llegar hasta donde buenamente se pueda o ....
En cualquier caso tendremos buscar algunas fórmulas imaginativas.
En cuanto a la ausencia de becas, me he encontrado con esta iniciativa de financiación de estudios universitarios en los que becas o créditos tradicionales son sustituidos por un porcentaje fijado sobre “los futuros” ingresos de los estudiantes durante un periodo determinado. No estaría de más que el sector creara un fondo de estas características; en un futuro próximo pueden quedar muchas mentes fértiles en el camino.
Aunque con las tasas de paro que sufrimos… y eso que en nuestro sector no nos podemos quejar.
En cuanto a la financiación de los costes de la formación, creo que habría que incorporar definitivamente a las empresas al proceso formativo; son ellas las que se benefician o perjudican al contratar graduados bien o mal formados.
Aquí, las prácticas de calidad en las empresas, la incorporación de los técnicos de las lácteas a los procesos formativos o la cofinanciación empresarial de masters profesionalizantes pueden ser la solución. A cambio, habría que diseñar ventajas que beneficien claramente a las empresas que entren en el juego y a sus trabajadores, derivadas del propio proceso formativo.
En el acceso al i+d, quizás, la solución haya que buscarla en estrategías de riesgo compartido entre centros de investigación y empresas, implantado métodos mixtos de financiación de proyectos, con un pago inicial que cubra los “mínimos”, complementado por algún sistema de regalías. La inversión inicial de las empresas sería reducida y los sucesivos ingresos derivados de los royaltis pasarían a ser un coste variable más. A los centros investigadores, les obligaría a dar resultados valorizables en el mercado y les supondría un ingreso recurrente que estabilizaría sus presupuestos, pero hay que sembrar....
Para que estas propuestas sean viables, quizás tengamos que ser un poco más noruegos, de lo que somos en la actualidad, pero cuando la necesidad aprieta..
Por cierto el martes 26 de junio celebraremos en Lugo el 20 aniversario del Aula de Productos Lácteos, estáis todos invitados. El anterior fin de semana coincide el Arde Lucus, buena excusa para pasar unos días en Galicia.
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