En todos ellos se pretende acercar al producto a la mano del consumidor, como primer paso a la compra.
Desgraciadamente existen algunos productos que -debido a su presentación- no apetece tocar, como es el caso de muchos quesos que llegan desnudos al lineal.
Las causas de este rechazo son múltiples, por una parte está la cuestión de no mancharte las manos ya que frecuentemente podemos sospechar que su superficie sea ligeramente grasienta, pero también está el recelo de manchar un queso que si no nos acaba de convencer tendrá que ser dejado en el líneas para que otro consumidor lo acabe llevando con nuestras huellas de recuerdo. Siguiendo con esta línea de pensamiento; si al final lo adquirimos, siempre tendremos en el subconsciente la incertidumbre de por cuantas manos habrá pasado.
Las presentaciones de estos quesos desnudos es debida a cuestiones históricas, ya que era la forma habitual de comercialización, pero también a normas autoimpuestas por algunas denominaciones de calidad, aduciendo que el queso debe respirar; como si no existiera un enorme elenco de posibilidades tecnológicas que protegen al queso y permiten una correcta aireación de su superficie. Lo más curioso, es que estas mismas denominaciones permiten a los fabricantes pegar directamente una etiqueta sobre la superficie de sus elaboraciones. La verdad es que no entiendo nada (será por la hora a la que estoy escribiendo estas líneas).
Lo cierto es que en todos los análisis realizados sobre necesidades de mejora de los quesos gallegos…, los queseros siempre han destacado la necesidad de estudiar qué tipo de envase podría ser utilizado en sus productos, como una de las posibles mejoras.
Es indudable que el envase va a influir en la atracción de la mano del consumidor, pero también en la protección del queso y en la evolución organoléptica del mismo, debiendo salvaguar el placer que nos proporcionan.
Es indudable que el envase va a influir en la atracción de la mano del consumidor, pero también en la protección del queso y en la evolución organoléptica del mismo, debiendo salvaguar el placer que nos proporcionan.
Por otra parte la aparición de los loncheados, cuñas, tacos, rallados, cremas…, no habrían sido posibles sin la aparición de envases adecuados. Estas presentaciones son cada día más usuales e incrementan cada día su cuota de mercado al ampararse en la tendencia de facilitar el consumo.
Como cruz de este argumentario están el coste del envase y la necesidad de reducir el impacto ambiental de nuestras empresas, necesidades en las que también debemos fijarnos para adaptarnos a otra la tendencia: la de la responsabilidad.
Durante los próximos días intentaré ir recogiendo algunas muestras internacionales de envases de quesos, si me queréis ayudar, ya sabéis, enviarme alguna foto o enlace… .
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