Me da la impresión que en todo este tiempo no hemos hecho ningún gratinado.
Pues ya era hora de embarcarnos en una de las aplicaciones clásicas del queso y sobre todo de las pastas cocidas y ya puestos si son hechas con un buen gruyère suizo, mejor que mejor.
Se necesitan berenjenas, salsa de tomate casera y gruyère.
Las berenjenas se dejan en agua con sal una media hora, se fríen y se ponen en la badeja del horno.
Se pintan con la salsa de tomate calentita y se recubren de queso recién rallado.
Se situan en el horno, cerca de la parrilla y sin abusar de la temperatura (180-200 ºC), hasta que el queso este fundido y empiece a tomar color.
Están muy buenas solas o acompañando cualquier carne a la plancha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario