Cada año por esta época unos amigos me regalan un queso que para mi ya es sinónimo de Navidad. Se trata del corazón de un Roquefort (en este caso de un Cave Baragnaudes), su llegada es esperada, no solo por mí sino que también por unos cuantos familiares que se acuerdan de uno “al olor de las sardinas”.
En estas fechas, nos vemos obligados a introducirlo en la cena de Nochebuena o en la comida de Navidad, lo cierto es que a pesar de su flavor pronunciado se adecua con soltura en salsas, hojaldres… .
Pero curiosamente, a mí, cuando más me gusta el Roquefort es en verano, bajo el sol y con una copa de vino blanco en la mano. En esos momentos en los que cansado de no hacer nada, esperas una bien ganada comida. ¿Le tendré que decir a mis amigos que me lo regalen para esas fechas?
Pero ¿qué tiene el Roquefort que no tengan otros quesos azules?:
Bueno para empezar es francés, eso siempre marca en gastronomía, y sobre todo Láctalis lo ha sabido vender muy bien, rodeado de una gama de productos de prestigio (galos, italianos y españoles) inevitables en cualquier punto de venta.
Asimismo, tiene unas presentaciones que han acercado el producto a los hábitos de consumo, sus formatos han sido adaptados a los lineales, teniendo también en cuenta los condicionantes con los que se va a encontrar en las neveras domésticas.
También se ha adaptado a los gustos del cliente. Como decía un viejo profesor, antaño se comía un gran trozo de pan con un pequeño trozo de queso, hay, la relación es la contraria. Este cambio de costumbres implica que las industrias hayan tenido que domar las maduraciones a niveles más moderados y sutiles.
Por último ha conseguido una enorme homogeneidad en un queso que es una auténtica bomba enzimática (lo que no debe ser demasiado fácil de lograr).
A diferencia del caso de estudio en nuestro país nos encontramos con algunos de los mejores azules del mundo, pero es un poco como en la lotería de Navidad…
Primero tienes que encontrar la variedad deseada en el punto de venta de al lado de tu casa (casi imposible) o traértelo de tu viaje al Norte.
A continuación será un vendedor, recién salido de una agencia de trabajo temporal, el que te lo corte y envuelva como mejor entienda (a los dos días toda tu casa olerá a azúl).
Después, la mayoría de nuestros quesos azules siguen siendo cosas de hombres, y si te parece muy fuerte, ¡mézclalo con sidrina!, que siempre aligeras…
Vamos, que con suerte el queso no estará verde o pasado… y te podrás regalar una obra de arte, una vez cada… .
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