Cuestión de voluntad.

En la práctica totalidad de las ocasiones, los medios que podemos poner en obra son finitos, por lo tanto ante un escenario determinado, debemos priorizar nuestras inversiones monetarias, de recursos humanos... . Aunque a veces es una cuestión de simple voluntad.

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Esta situación se ensaña –ahora más que nunca-  con nuestras empresas en un escenario en la que el crédito se encuentra congelado, y el poco que se puede conseguir es a un precio astronómico. Si a esto le sumamos las condiciones de la distribución, nos encontramos con lo que la capacidad de las empresas para evolucionar está limitada por las posibilidades que tenemos en casa. Las decisiones que podemos tomar se restringen a continuar con lo de siempre o... .

Y en nuestro sector es evidente que hace falta dar algún golpe de timón si queremos que sobreviva, es evidente que comercializando la leche UHT a menos de 50 cc, es imposible sobrevivir, ni los ganaderos, ni buena parte de las empresas transformadoras.

Históricamente se ha hablado de la necesidad de diversificar, de conseguir valor añadido; pero la realidad es tozuda y en muchas regiones el porcentaje de leche de vaca que se dedica a llenar cabeceras de tretrabricks de primer precio es claramente excesiva. Mientras, los lineales de quesos y yogures se encuentran plagados de referencias fabricadas a cientos o miles de kilómetros.

¿Y ahora que podemos hacer?, dejar de entregar leche… a empresas que tampoco están para grandes alegrías. Pues no sé, pero me temo que sea un esfuerzo baldío. A pesar de solidarizarme enteramente con los productores de leche, el grito que van a dar a partir del día 27 solo va a servir para dejar de cobrar la leche que envíen a la fosa de purín.

Desgraciadamente tenemos el país que nos merecemos, los egoísmos y las envidias han hecho que tengamos una cooperativa por aldea y que los intentos de aunar esfuerzos de transformación, comercialización o incluso investigación choquen con muros insalvables o con simple desidia. La conclusión es que siendo un país deficitario no tengamos salida para la leche que producimos... .

Así que dado que algo tenemos que cambiar para sobrevivir, y que las posibilidades de grandes inversiones están descartadas, solo nos queda gastar, de una vez, lo que tenemos de más: este personalismo que nos está matando.