Explorando la vía láctea.

El nombre lo dice todo: la industria láctea, desde una visión completamente personal.
Leche, queso, requesón, yogur, nata, mantequilla , butter oil, leche en polvo, leche condensada, leche evaporada, suero, WPC, lactosa ...

jueves, 5 de mayo de 2011

Alimentos y emociones.

El otro día me compré una salsa de 4 quesos lista para consumir. De calidad aceptable y sobretodo muy cómoda; pero sin alma. Ni los tecnólogos ni los marketinianos hemos logrado empaquetar emociones microondables.



Si preguntas a la gente de cierta edad, sobre su platos favoritos, entre los cinco primeros aparecerán varios de los que comía de pequeño, elaborados por abuelas o madres, devotas del fuego lento. También recordarán quesos y embutidos de su pueblo, aquellos que no tenían registro sanitario. Te dirán que ahora ya nada es como era.

Los alimentos de la niñez se graban en las neuronas con tremenda eficacia y quedan como puntos de referencia en nuestras aventuras gastronómicas de adultos. Durante el resto de nuestra vida, vamos descubriendo nuevos sabores y sensaciones gastronómicas, a veces de la mano de grandes cocineros, a veces gracias a una receta improvisada a partir de lo que te quedaba un día cualquiera en el fondo de la nevera.

Pero esos sabores primeros… aquellas comidas de Navidad... .

Y ¿qué referencias culinarias tendrán nuestros hijos o nuestros nietos?.

Seguirán siendo fruto del paseo por el mercado, de puesto en puesto hasta encontrar los más sabrosos ingredientes o vendrán de la mano de un envase precocinado o de una apresurada llamada a telecomida.

Los progenitores tenemos una responsabilidad reñida con el acelerado ritmo de vida; por una parte -con suerte- la pareja trabaja hasta el agotamiento, compra a las carreras mirando el monedero y llega a casa confiando en que hacer la comida le lleve el menor tiempo posible. Por otra parte también tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos y imprimarlos de aromas que nos diferencien del resto del universo.

Mi abuela hacía las mejores albóndigas del mundo, mi madre una lengua guisada que te morías, mi tía un lacón trufado que nunca he vuelto a degustar…

Qué dirán de nosotros y de nuestros platillos de referencia.

Bueno aunque no tengamos tiempo para cocinar durante horas, no tenemos disculpas si no aprovisionamos el frigorífico de una buena colección de quesos, por lo menos tendrán algo sabroso a lo que asociarnos… a mayores, es lo menos tiempo lleva para montar una pequeña fiesta, siempre distinta, un día cualquiera.



2 comentarios:

  1. Amei a frase "empaquetar emociones microondables"
    nunca me imagine encontrar poesia en un blog sobre la leche :)

    ResponderEliminar
  2. jajaja, me tengo que mirar, a veces me sale una vena rarita.

    ResponderEliminar