
En todos los casos nuestra respuesta fue muy parecida, piénselo bien, aquí el tamaño importa, asóciense hasta alcanzar un cierto nivel, lo duro no es fabricar sino vender… , estas respuestas venían dadas por tres convicciones:
La primera es que no si no eres capaz de conseguir valor en la producción, sector que ya dominas, y pretendes vendersela a tu empresa transformadora al precio que en realida vale, te va a ser muy difícil conseguir rentabilidad en esta última (compitiendo con empresas que se proveen de leche barata).
También esta la decisión a tomar sobre el producto o productos que quieres fabricar, como ya sabemos en el mercado hay de todo y no necesita a ninguna empresa nueva; por lo tanto, siendo realista, es necesario sorprenderlo con algún producto que llame la atención y sin marca que lo comunique, se hace muy cuesta arriba. Eso, o fajarse con el turbulento factor precio, con una competencia ansiosa en conservar cuota de mercado.
Los aspectos técnicos y su coste de implantación tampoco carecen de importancia, las inversiones necesarias para casi cualquier actividad industrial exigen un esmerado plan de negocio contemplando los peores escenarios posibles.
Y ya para acabar el factor humano, tanto en la fabricación como en la comercialización, difícil de encontrar y a costes no siempre fáciles de asumir.
Por lo tanto, después de este baño de realidad, nuestros ganaderos se lo suelen pensar y si al final toman la decisión de continuar, creo que tendrán un necesario conocimiento de causa.
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