Explorando la vía láctea.

El nombre lo dice todo: la industria láctea, desde una visión completamente personal.
Leche, queso, requesón, yogur, nata, mantequilla , butter oil, leche en polvo, leche condensada, leche evaporada, suero, WPC, lactosa ...

miércoles, 26 de enero de 2011

Los contratos homologados del sector lácteo, una oportunidad a la racionalización.

Entre los diferentes aspectos que se plantean regular en los tan esperados contratos homologados de compra de leche por las industrias láctea estaría la fijación de primas y descuentos por la calidad de la leche.


Este aspecto puede parecer de entidad menor pero en el se juega buena parte de la rentabilidad de las empresas y de las explotaciones.
Desde siempre estas primas han sido de aplicación más o menos variable curante las campañas pero han seguido modas que hacían que la mayoría de las empresas tuvieran primas parecidas en una época determinada, con lo que los ganaderos no tenían un marco claro que les permitiera ajustar la genética ni la alimentación de su ganado.
El resultado es que casi toda la leche española no tiene grandes diferenciaciones en función de a que empresa se envía (salvo honrosas excepciones en las que algunas industrias aclaraban muy bien que tipo de leche precisaban y estaban dispuestas a pagar).
Así se recibe leche muy parecida en una empresa que produce leche UHT y una quesería. Las consecuencias es que la envasadora no rentabiliza en sus productos los excesos de proteína ni materia grasa (aunque la nata se pueda vender a terceros a precios más o menos rentables).
Los queseros, por su parte, tienen una materia prima pobre en estos dos elementos de los que dependen sus rendimientos queseros, ya que su productividad no esta ligada al volumen de leche y si al conjunto de proteína y MG aportados par la misma. Por lo tanto el quesero debería centrar sus esfuerzos en comprar estos dos elementos al mejor precio posible.
La cuestión reside en saber si toda la proteína y M.G. de un litro de leche vale lo mismo o no. La respuesta es evidente, los contenidos que marcan el precio base tiene un precio en el que también se valora el volumen, y sus excedentes otro bien distinto y siempre menor. Por lo tanto al empresario siempre le conviene conseguir una materia prima lo más rica posible en estos dos compuestos, aunque tenga que pagar primas mayores que la media del sector.
El problema hasta ahora para el ganadero, ya se señaló anteriormente, reside en que no se puede cambiar la composición de la leche de un día para el siguiente y si se desea hacerlo, de forma sustancial, es necesario un marco temporal que permita establecer una estrategia y quizás la implantación de un contrato homologado aporte un grano de arena en esta dirección para ambas partes.

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